La cuarta entrega basada en el reconocido personaje funciona en reaudación pero no logra hacer pie en la audiencia. Un genero que ya está saturado comienza a mostrar que amerita poner un freno y repensar estrategias.
por Santiago Alonso
Captain America: Brave New World tuvo un sinfin de problemas. El primero fue el nombre. Inicialmente se iba a titular Captain America: New World Order pero por motivos que no están del todo claros sufrió esta modificación. Aún así no deja de ser algo netamente nominal que no cambia el caótico traspie que supone esta secuela.
Antes que nada y para no parecer uno de esos haters que tanto pululan y le pegan en el piso a su contrincante, una valoración positiva: todos los aplausos para Anthony Mackie. El sucesor encumbrado como nuevo Capitan busca ganarse a la audiencia de todas las formas posibles dándolo todo y siendo plenamente consciente del rol que ocupa. Algo similar a lo que le ocurre a su personaje.
Una dificultad inicial que atraviesa Brave New World es que comienza a romper definitivamente el pacto que Marvel Studios había hecho con los espectadores y era que para poder comprender una película había que ver otras. Eso se quebró con esta aventura dado que determinados personajes y situaciones tienen un trasfondo que sólo es posible conocer si se vió y se tiene fresca Falcon y el Soldado del Invierno (de 8 episodios en Disney +), la segunda serie perteneciente a la Fase 4 de Marvel estrenada en tiempos de pandemia. El envío retoma los sucesos de Endgame y refuerza la idea de que Anthony Mackie es el nuevo héroe apareciendo en la escena final con un traje que si bien no es el mismo que usó Steve Rogers, queda clara la coronación de gloria.
Otro problema en el largometraje recae en la cantidad de re-shoots que sufrió el film. Tomas que no convencieron, subtramas que optaron por no desarrollar y personajes que eliminaron de la continuidad son parte de este combo donde nada parece estar del todo claro. Ya no hablamos de una película para el gran público, sino de un extenso capítulo dedicado en un 90% a los entendidos y los que seguimos la historia casi a niveles obsesivos.
Muchos quedarán afuera de los cameos de algunos héroes, en especial de uno tan evidente como importante. Incluso existen varias secuencias que arrastran al espectador a recordar fragmentos de una película que a muchos nos quedó muy lejos y es The Incredible Hulk del 2008. Otra realidad, otro mundo, nosotros más jóvenes. El modo en el que se veían películas era distinto y con tiempos completamente diferentes a los de ahora.
El 2008 como nacimiento de la mega-aventura de Marvel Studios era previo a la masividad e instantaneidad de Twitter y las filtraciones en Tik Tok, Instagram y You Tube. Había spoilers pero era menos frecuente verlos a horas de un estreno.
Indefectiblemente para ver una película había que ir a las salas o bien adquirir una copia a algún mantero filmada en una calidad horrible. Pésimo plan el segundo.
Hay un aspecto inevitable que se manejó como pudo: William Hurt fue quien compuso al General Thaddeus Ross en Hulk, Capitan America: Civil War, Avengers: Infinity War, Avengers: Endgame y Black Widow. Lamentablemente el actor falleció en el 2022 a causa de un cáncer de próstata en su hogar en Oregon, Estados Unidos. Sin embargo el show debía continuar y era preciso hallar a alguien que pudiera estar a la altura de dicha composición. Finalmente fue Harrison Ford el casteado para ocupar ese espacio vacío, en esta ocasión para personificar a un Thaddeus Ross que ya no es un general sino el Presidente de Estados Unidos que deberá pararse de manos ante una doble amenaza.
Ford es, ante todo, una garantía por motivos que no hace falta explicitar acá. Puede hablarse ya no de un intérprete sino de una leyenda viva. Por esa razón se le perdonan no sólo una actuación a reglamento sino haber reconocido que aceptó el papel por el dinero. El ya está de vuelta, mas allá del bien y del mal. Merecidísimo.
No será raro para quien esté mirando experimentar que falta una explicación frente a lo que pasa, que todo es muy abrupto y que la construcción de la historia falla incansablemente. No se siente que estemos en ese “Nuevo Mundo” y en todo caso esa sensación fue más vívida en Falcon & The Winter Soldier donde Tony Stark había muerto, la ausencia de Steve Rogers se notaba y los Avengers se encontraban virtualmente desarmados. En ese envío se sentía la orfandad de un grupo de héroes tras los hechos trágicos posteriores al chasquido de Thanos.
Eso acá no sucede y las proporciones de lo que ocurre están supeditadas a un malentendido internacional. Brave New World intenta buscar sus raíces en el thriller político como ocurrió en Capitan America y el Soldado del Invierno (2014) sin profundizar demasiado en esto último.
Para realizar alguna conexión con films recientes y no dejar cabos sueltos se establece un necesario linkeo con un hecho desencadenante en Eternals y un villano que es clave en los comics y poco seductor en esta entrega. Una vez más estamos ante lo que yo llamo la Trampa-Marvel, es decir, una antesala de 2 horas de algo aún más grande que vendrá más adelante.
Hay un riesgo importante en la jugada y un agobio en el genero y la industria. Los equipos de marketing le están muy encima a los directores, los films por encargo salen como chorizos en una carnicería y la poca autoría se vuelve insoportable. Las experiencias en las que los realizadores intentan ponerle su marca pueden referenciarse en Dr. Strange en el Multiverso de la Locura de Sam Raimi, con fuertes escenas de terror y las Thor de Waika Taikiki y su humor idiotizado parodiando al Dios del Trueno. Gusten estas últimas o no, hay un sello.
Ya no se celebran las películas en si mismas, sino en la construcción de hypeo para el año que viene cuando llegue Avengers: Doomsday y reinventen a Robert Downey Jr ya no como Iron Man-Tony Stark sino como el Dr. Victor Von Doom, antagonista de Los 4 Fantásticos, cuyo reboot llegará a mediados del 2025. Pareciera que lo mejor no termina de venir, si bien muchas de estas aventuras transicionales son disfrutables y serán recordadas por quien esto escribe con una sonrisa en su rostro.
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