En 1988 se publicó el comic “Una muerte en la familia”, marcando un antes y un después en la continuidad de la historia del justicieron alado. En esa historia Jason Todd, sucesor de Dick Grayson como compañero de Batman muere a manos del Joker por decisión de un grupo de lectores.
Estos cuatro números tenían una particularidad y es que – a diferencia de otros comics – los fans tuvieron la posibilidad de incidir en la historia. Los autores fueron Jim Starlin en el guión y Jim Amparo a cargo de los dibujos. Quien estuvo detrás de las portadas es Mike Mignola, un nombre que al comiquero heavy le sean muy familiares por ser quien creó a Hellboy (llevada varias veces al cine) y otra menos conocida como The Amazing Screw On Head.
Tras un enfrentamiento entre Jason Todd y el Joker, los lectores se encontraban con un desafío. La editorial DC habilitó un 0800 para poder votar de forma telefónica si el segundo Robin seguía vivo o perecía a manos del famoso criminal. Por un margen acotado, la muerte fue el destino de Todd con 5.343 votos afirmativos contra 5.271 negativos.

En esta historia, Jason descubre que su madre está viva y tras dar con ella se entera de que mantiene negocios con el Joker quien decide asesinarlos encerrándolos en un galpón lleno de explosivos. El hecho configuraría un nuevo trauma para el alter-ego de Bruce Wayne, casi similar al que sufrió cuando vió morir a sus padres a manos de un delincuente tras salir del cine.

Una muerte en la familia sería luego llevada a la animación de la mano de Warner Bros, con buenas críticas. Lo cierto es que las tramas que se ven en estos films animados (disponibles tanto en Max como en la pantalla de Adult-Swim que las programa con regularidad), suelen estar muchas veces más apegadas a los comics que los largometrajes live-action, con muchas menos libertades creativas que distorsionan el espíritu del personaje.